12 diciembre 2010

El que no arriesga, no gana.

Cada puerta cerrada es una oportunidad perdida. Parece como si te gustara ir dando portazos, aunque a la vez te encantaría que todas las puertas se quedaran abiertas. Todas a tu merced, esperando tu ansiada decisión. Todas realizando una fuerza abismal para intentarte dejar ver el paraíso que se encuentra tras ellas. Corre, date prisa y elige la puerta correcta pues ten cuidado, que hasta la puerta más segura puede cerrarse, poner el candado e impedirte volver a entrar.

Es entonces cuando decidirás entrar por la ventana, nadie sabe si será demasiado tarde. Entonces te darás cuenta que has perdido. Has perdido aún con todo ese miedo que tenías a hacerlo.

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