09 enero 2011

No somos autistas.

Gozar de una caricia, sentir que un beso es algo más que dos labios rozándose, pensar que con un abrzo podemos aliviar a cualquier persona. Comprender que un pellizcón, un golpe, un arañazo puede hacer sufrir a otro. Entender que cuando alguien llora es porque se siente mal o porque algo le ha hecho daño. Permitir que nuestras sornisas dibujen sonrisas en otras caras. Disfrutar de unas risas con los amigos o simplemente el mero hecho de tener un apoyo, alugien con el que desahogarte y sentirte agusto. Disfrutar entonces de un novio o novia, disfrutar de ese cuerpo a cuerpo, de la lujuría o simplemente de estar juntos. Demostrar al resto lo que sientes, que los quieres, que estás ahí si lo necesitan. Decir te quiero de vez en cuando a las personas de tu entorno que se lo merecen.
Son pequeñas cosas, pequeños detalles, pequeños momentos que compartimos con el resto. Porque la vida está para vivirla en compañía, porque tu felicidad no te la da una tarjeta visa. Comprende que el autismo es una puta enfermedad y comienza a disfrutar de las pequeñas cosas que la vida te regala, disfrutar de eso que te hace grande día a día. Porque llegará un momento, nuestro momento de partida en el que nos recordarán por estos pequeños detalles y no por nuestra mercancía.

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