03 enero 2011

La suerte está sobrevalorada.

Acciones verdaderamente extraordinarias hacen ver que eventos que sabemos extremedamente imposibles sucedan solo por casualidad. Y esta casualidad (fuera de la causalidad) nos cohibe de reacciones normales, nos hace trasladarnos a una tercera dimensión en la que vemos todo en contra de nosotros, o por el contrario, nos vemos afortunados, dichosos. Pero no es cuestión de suerte, sino de meras coincidencias. 
Te explico, en el mundo hay millones de personas que viven existencias complejas y por lo tanto no es sorprendente que cada tanto alguien acierte el número premiado de la lotería, encuentre al amor de su vida o experimente un incidente genuinamente "paranormal". Así pues, como dijo Arthur Conan Doyle:
"En medio de la acción y reacción de tan denso enjambre humano, se puede esperar que cualquier combinanción de sucesos tenga lugar, y que se presenten muchas situaciones llamativas y curiosas".
El problema viene cuando ofuscado y cejado ante una mala suerte imaginaria no aprovechas las oportunidades que la vida te presenta de cumplir lo imposible. Es entonces cuando se cumple que tú mismo buscas tu propia suerte.

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